Un día hace mucho tiempo, en un país muy lejano, había un palacio muy lujoso donde vivía un príncipe.
Este príncipe se iba a casar con una chica a la cual no conocía, y por tanto no la podía querer.
Al estar descontento con su vida (a pesar de todo el dinero que tenía), se fue al pueblo de al lado y se vistió con humildes ropas.
Allí anduvo por el mercado y en el puesto de frutas vio a una hermosa muchacha. Nada más verla se enamoró. Fue a hablar con ella, pero era una chica muy tímida.
Al volver a palacio no podía dejar de pensar en ella.
La chica con la que se iba a casar, apareció en el palacio con sus doncellas y entre ellas estaba la chica del mercado.
El príncipe creía en el destino y sabía que estaba enamorado. La chica le miraba, pero tenía miedo de mostrar sus sentimientos. El príncipe decidió fugarse con la chica (aunque ella no quería porque estaba asustada), y al final se marcharon.
Desde entonces vivieron felices y el príncipe comprendió que no necesitaba todos sus lujos, si no que el amor era lo más importante en su vida. Gracias al destino conoció a su esposa.
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